Marchando Un Caldito De Pollo... Medicinal


Desde el año 1500 a.C se ha venido repitiendo en millones de hogares en todo el mundo la siguiente operación: se pone en una olla o caldero agua a calentar y se añaden huesos y carne de pollo, puerros o cebollas, un tallo de apio, ajos, hierbas aromáticas... se pone a hervir durante dos horas y la sopa ya está lista.

Pocas recetas han cambiado tan poco desde la antigüedad y se han usado en tantos lugares para combatir el frío y los resfriados. 

Cocina egipcia
La sopa se ha preparado con muy ligeras variaciones en todas las épocas y se cocinaba en el Egipto faraónico, en el Imperio Romano, en la época medieval... hasta hoy.

Pero, ¿qué tiene la sopa que la haya hecho mantenerse en todos los hogares durante siglos?

El doctor Ziment, neumólogo de la Universidad de California, ha publicado trabajos sobre las virtudes del caldo de pollo en relación con la salud.

Al hervir el pollo para preparar el caldo se libera cisteína, un aminoácido natural.


Cisteína (Cys)
La cisteína es un aminoácido no esencial, lo cual significa que puede ser sintetizado o "fabricado" por el organismo.

Entre sus funciones destacan:

  • Acción antioxidante
  • Mejora el sistema inmunitario
  • Protege el hígado
  • Favorece la eliminación de metales pesados
  • Previene la oxidación del colesterol LDL (dañino)
  • Desintoxica el intestino
  • Actúa como potente mucolítico ayudando a que se despejen las vías respiratorias
  • Previene las cataratas y el desprendimiento de retina
  • Protege los glóbulos rojos de la sangre
  • Previene el cáncer
  • Retrasa el envejecimiento

Esta molécula tiene un gran parecido con la acetilcisteína, un fármaco que se recomienda en los casos de bronquitis e infecciones respiratorias (seguro que alguna vez os ha recetado el médico Fluimucil o Flumil en catarros con mucosidad).

Acetilcisteína

La acetilcisteína se obtuvo inicialmente a partir de las plumas y la piel del pollo.

El presidente de la Fundación Alimentación Saludable, el doctor Jesús Román, afirma: la dosis y concentración del fármaco acetilcisteína es la que tiene un efecto sobre la fisiología del organismo. La concentración existente en el pollo es baja.

No se puede afirmar que el caldo de pollo sea un medicamento, aunque está claro el efecto que tiene sobre los enfermos. Se trata de una comida liviana, nutritiva, restauradora y de fácil digestión.

No en vano es similar a lo que se da de comer a los bebés y en los hospitales, siempre se inicia la comida con un caldito o sopa. Nos hace sentirnos bien y regresar a la infancia.

Siempre hay que tomarla muy caliente para que surta mejor su efecto. 

En 1978, el doctor Marvin Sackner, neumólogo del Hospital Mount Sinai de Miami, publicó un estudio sobre la sopa de pollo y afirmó: contiene una sustancia aromática que ayuda a despejar las vías respiratorias.

Vamos, que es como si estuviéramos haciendo vahos, pero en lugar de hacerlos con eucalipto u otras hierbas medicinales, utilizamos los típicos ingredientes de la sopa: cebolla (también contiene aminoácidos y flavonoides); ajo (conocido antibiótico natural); apio (aromático y diurético); zanahorias (antioxidante natural)...

Además es un plato adecuado incluso para las personas que están a régimen, pues contiene pocas calorías: no más de 20 a 40 cal dependiendo de la cocción y la grasa disuelta por cada 100 mL.

Ya sabéis: no os privéis, es reparador y nos traslada de inmediato a nuestra infancia, cuando nuestra madre nos daba una sopita caliente para el resfriado cuando estábamos malos...


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