La palabra jabón procede del latín sapos. Fueron los romanos los que descubrieron la saponificación a partir de restos de cenizas y sacrificios animales.
Los franceses se atribuyen el descubrimiento pues sus druidas crearon un ungüento a partir de grasa de carnero y cenizas que servía para teñir sus cabellos y que derivó en el jabón.
Realmente fueron los fenicios los que difundieron el uso de álcalis naturales como el natrón o la potasa procedente de las cenizas para blanquear y tratar tejidos.
La elaboración del jabón, tal y como la conocemos, procede de lo árabes que la introdujeron en Europa a través de Andalucía.
Allí cuentan que la primera gran industria jabonera la implantaron los árabes a finales del siglo XI en Sevilla, en la calle Castilla. Estas fábricas recibían el nombre de almonas.
En 1370 fue registrada por vez primera la venta de jabón de Marsella. En 1688, Luis XIV limitó el uso del nombre de Savon de Marseille a los jabones del área de Marsella y realizados con aceite de oliva.
A finales del siglo XVIII, Nicolás Leblanc descubre un método para obtener de forma sintética el carbonato de sodio o sosa a partir de fuentes no orgánicas.
En aquella época se empleaban cenizas de madera , pero su gran demanda para varias industrias: textil, vidrio, porcelana, papel y jabones estaban agotando los bosques europeos.
La mayor parte de las cenizas se importaban de España a un precio muy elevado.
Por eso el rey Luis XVI ordenó a la Academia de Ciencias que ofreciera un premio para la persona que inventara un método eficaz.
En 1789 produjo cristales de sosa a partir de sulfatos, carbón y piedra caliza. Leblanc ganó el premio, aunque nunca llegó a cobrar la recompensa.
Estalló la Revolución Francesa y tras muchas vicisitudes, nunca le reconocieron la patente ni ningún derecho.
En la pobreza y con una honda depresión se suicidó en 1806.
A principios del siglo XIX, Chevreul determina la naturaleza de las grasas, contribuyendo al perfeccionamiento en la producción de jabón.
En el siglo XX con las grandes guerras escaseaban las grasas animales y vegetales y se empezaron a elaborar otros productos sustitutivos del jabón: los detergentes.
El proceso de obtención de jabones consta de tres fases:
2. Sangrado: el jabón obtenido se acumula en la superficie en forma de gránulos. Para que cuaje se añade NaCl (cloruro sódico) en el proceso de sangrado o salado. Así se separa totalmente el jabón que flota en la disolución de glicerina, sosa sin reaccionar y agua.
3. Moldeado: el jabón se pasa a otro recipiente donde se le añaden perfumes, colorantes o sustancias medicinales y se vierte en caliente en moldes, donde se deja enfriar.
Los jabones ejercen su acción limpiadora sobre las grasas en presencia de agua debido a la estructura de su molécula, que consta de una parte liposoluble y de otra hidrosoluble.
La parte liposoluble hace que el jabón "moje" la grasa disolviéndola y el componente hidrosoluble hace que el jabón se disuelva en el agua.
Las manchas de grasa no se eliminan sólo con el agua al ser insolubles en ella; pero el jabón al ser soluble en ambas fases permite que la grasa pase a la disolución desapareciendo la mancha de grasa.
El jabón líquido es fundamentalmente oleato de potasio (obtenido por la saponificación de ácido oleico con potasa). Se usa mucho el estearato de sodio (por su precio) o el palmitato de sodio.
El jabón natural aporta como ventaja el tratamiento más suave sobre la piel y su biodegradabilidad (frente a los detergentes que son más agresivos).
Los franceses se atribuyen el descubrimiento pues sus druidas crearon un ungüento a partir de grasa de carnero y cenizas que servía para teñir sus cabellos y que derivó en el jabón.
Realmente fueron los fenicios los que difundieron el uso de álcalis naturales como el natrón o la potasa procedente de las cenizas para blanquear y tratar tejidos.
La elaboración del jabón, tal y como la conocemos, procede de lo árabes que la introdujeron en Europa a través de Andalucía.
Allí cuentan que la primera gran industria jabonera la implantaron los árabes a finales del siglo XI en Sevilla, en la calle Castilla. Estas fábricas recibían el nombre de almonas.
En 1370 fue registrada por vez primera la venta de jabón de Marsella. En 1688, Luis XIV limitó el uso del nombre de Savon de Marseille a los jabones del área de Marsella y realizados con aceite de oliva.
A finales del siglo XVIII, Nicolás Leblanc descubre un método para obtener de forma sintética el carbonato de sodio o sosa a partir de fuentes no orgánicas.
En aquella época se empleaban cenizas de madera , pero su gran demanda para varias industrias: textil, vidrio, porcelana, papel y jabones estaban agotando los bosques europeos.
La mayor parte de las cenizas se importaban de España a un precio muy elevado.
Por eso el rey Luis XVI ordenó a la Academia de Ciencias que ofreciera un premio para la persona que inventara un método eficaz.
En 1789 produjo cristales de sosa a partir de sulfatos, carbón y piedra caliza. Leblanc ganó el premio, aunque nunca llegó a cobrar la recompensa.
Estalló la Revolución Francesa y tras muchas vicisitudes, nunca le reconocieron la patente ni ningún derecho.
En la pobreza y con una honda depresión se suicidó en 1806.
A principios del siglo XIX, Chevreul determina la naturaleza de las grasas, contribuyendo al perfeccionamiento en la producción de jabón.
En el siglo XX con las grandes guerras escaseaban las grasas animales y vegetales y se empezaron a elaborar otros productos sustitutivos del jabón: los detergentes.
El proceso de obtención de jabones consta de tres fases:
- Saponificación: se hierve la grasa en calderas y se añade lentamente la sosa (NaOH), agitando continuamente la mezcla hasta que se vuelva pastosa.
2. Sangrado: el jabón obtenido se acumula en la superficie en forma de gránulos. Para que cuaje se añade NaCl (cloruro sódico) en el proceso de sangrado o salado. Así se separa totalmente el jabón que flota en la disolución de glicerina, sosa sin reaccionar y agua.
3. Moldeado: el jabón se pasa a otro recipiente donde se le añaden perfumes, colorantes o sustancias medicinales y se vierte en caliente en moldes, donde se deja enfriar.
Los jabones ejercen su acción limpiadora sobre las grasas en presencia de agua debido a la estructura de su molécula, que consta de una parte liposoluble y de otra hidrosoluble.
La parte liposoluble hace que el jabón "moje" la grasa disolviéndola y el componente hidrosoluble hace que el jabón se disuelva en el agua.
Las manchas de grasa no se eliminan sólo con el agua al ser insolubles en ella; pero el jabón al ser soluble en ambas fases permite que la grasa pase a la disolución desapareciendo la mancha de grasa.
El jabón líquido es fundamentalmente oleato de potasio (obtenido por la saponificación de ácido oleico con potasa). Se usa mucho el estearato de sodio (por su precio) o el palmitato de sodio.
El jabón natural aporta como ventaja el tratamiento más suave sobre la piel y su biodegradabilidad (frente a los detergentes que son más agresivos).
Hola! Sé que no tiene mucha relación con este artículo, pero acabo de encontrar un vídeo impresionante:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=h4pNXAtPJp8
No sé exactamente de qué se trata, porque no me quiero arriesgar a hacer una traducción cutre del inglés. Si disponemos del material, sería una buena idea para laboratorio :-)
Ja, ja, ja...:D
ResponderEliminarControla tu entusiasmo, Alex!! Es verdad que es muy espectacular, ya veremos a final de curso, pues el tema de Polímeros va al final.
Un beso