Hoy nos parece evidente la existencia de un mar gaseoso en el que nos encontramos sumergidos: la atmósfera, pero no siempre ha estado tan claro.
Torricelli, discípulo de Galileo, fue el primero que demostró la existencia de la presión atmosférica y pudo medir su valor.
Otto Von Guericke, físico alemán nacido en 1602, fue un jurista en su ciudad natal, Magdeburgo, pero su gran pasión fue la física (inventó la cámara neumática).
Estudió los tratados de Pascal y Torricelli sobre la presión atmosférica.
En 1654 hizo una espectacular demostración de la inmensa fuerza que la atmósfera podía ejercer.
La Experiencia de Magdeburgo fue un experimento más circense que científico, todo sea dicho, realizado ante el emperador para ganar fama a la vez que se quería dotar de realismo y credibilidad.
Construyó un artefacto dotado de dos hemisferios huecos de cobre, unidos mediante una junta estanca al aire. En el polo de cada hemisferio colocó una argolla para sujetarlo.
Extrajo el aire del interior practicando el vacío por un conducto unido a una válvula que se abría y cerraba a voluntad.
Al cerrar el grifo, después de practicar el vacío, y atar cada hemisferio a un arnés tirado por 8 caballos en cada sentido, la gente allí congregada pudo comprobar, atónita, que las esferas no podían separarse.
Cuando al abrir la válvula se dejó entrar el aire de nuevo en la esfera, las esferas se separaron sin dificultad.
La noticia fascinó a la ciudad y a la comunidad científica y se pintaron cuadros reflejando el evento.
En los hemisferios solo actúa la presión atmosférica, pues al extraer el aire no hay presión en su interior.
Es el aire atmosférico el que ejerce presión sobre los hemisferios y si la superficie de los mismos, sobre la que actúa la presión, es lo suficientemente grande se necesita una fuerza considerable para separarlos.
En otro experimento también mostró que al crear un vacío parcial bajo un émbolo de grandes dimensiones introducido en un cilindro, la fuerza sumada de 50 hombres no podía evitar que el émbolo bajara al fondo del cilindro por efecto de la presión atmosférica.
En 1672 publicó su obra "Experimento nova, ut vocatur Magdeburgica, de vacuo spatio", donde describió su célebre experiencia.
Qué curioso que lograsen construir esos aparatos (lo suficientemente bien hechos como para que no entre el aire) y realizar el experimento en el siglo XVII.
ResponderEliminarDesde luego, Alex !!
ResponderEliminarEsta visto que los alemanes(o los que tenéis sangre germana) sois gente perseverante y decidida y no se os pone nada por delante, ja, ja, ja
Es muy meritorio que en el siglo XVII, lo que les faltaba por tecnología lo compensaran con creatividad e imaginación.
Resultan curiosos estos primeros experimentos en los que el hombre empezaba a explicar de forma racional el hecho de que todos estamos "presionados" por la atmósfera que nos envuelve.
ResponderEliminarPero a algunos nos resulta todavía más sorprendente que hace 2500 años los griegos ya hubieran "intuido" el concepto físico del vacío sin tener elementos para poderlo demostrar empíricamente. Demócrito de Abdera hablaba ya de los átomos (en griego significa "sin partes") y del vacío ("to kenon"), que está libre de todo contenido material. Sus pensamientos son impresionantes: "decimos calor, decimos frío, decimos dulce, decimos amargo, decimos color, pero no existen en realidad más que los átomos y el vacío"; incluso llega a esta conclusión: "sólo los átomos y el vacío constituyen la verdad".
Siempre me pregunto cómo estos sabios, sin apenas nada de tecnología, podían intuir aspectos de la más moderna física atómica...
Muchas gracias por tus ricas aportaciones y por tus reflexiones, Fernando.
ResponderEliminarNunca debemos olvidar la capacidad y el poder de la mente, la mejor herramienta que poseemos para conquistar todos los mundos posibles.
A mi también me fascina la manera de razonar de todos estos sabios: muchos utilizaban los llamados "experimentos mentales".
En esta metodología no son necesarias experiencias de laboratorio, sino únicamente la más pura lógica para avanzar en el conocimiento de la naturaleza.