La Conservación De La Energía (Mayer El Incomprendido)



En la historia de la Ciencia, en algunas ocasiones, un gran descubrimiento ha sido realizado simultáneamente por varios investigadores.

Carnot estudiaba las transformaciones de la energía, pero su Ley se le escapaba, enfrascado como estaba en la errónea doctrina del calórico.

Tuvieron que transcurrir 18 años hasta que dicha ley se pusiera de manifiesto a través de tres investigadores, que vivían en tres países distintos y desconocían la existencia de las ideas de los otros. Eran el médico alemán de Heilbronn, Mayer, el industrial de Manchester, Joule y el ingeniero danés Colding, en Copenhague.

Julius von Mayer
Julius Von Mayer se adelanta a sus rivales y tiene la incuestionable prioridad de la idea, expuesta en 1842 en su memoria: Observaciones acerca de las fuerzas de la naturaleza inanimada.

Tras estudiar en la Universidad de Tubinga, a la edad de 26 años se embarca en un viaje a Java como médico de un barco holandés (febrero de 1840).

Durante el largo viaje cuenta con muchos ratos de ocio para meditar y leer. Sus lecturas, las obras de física no lo satisfacían, pues los fenómenos descritos le parecen sin relación intrínseca.

Encontraba que los efectos de los fenómenos carecían de causas o, por el contrario, las causas parecían carecer de efectos.

¿Cómo explicar el origen del calor por frotamiento? ¿Existe un lazo de unión entre el calor de rozamiento y el calor animal, entendido por Lavoisier como demostró, por la combustión fisiológica de los alimentos?.

Al llegar a Java tiene que sangrar a algunos tripulantes y observa, con sorpresa, que la sangre venosa es más roja en los trópicos que en las zonas templadas.

La explicación que dio Mayer: al ser la temperatura ambiente más elevada, el cuerpo no necesita ser el centro de una combustión tan intensa como en otras latitudes. Por eso, la sangre venosa contiene (en climas cálidos) cierta proporción de oxígeno no utilizado que le confiere su color rojo brillante.

Así, llegó a concebir dos aspectos tan distintos entonces, como el calor y el trabajo, en dos caras de un mismo ser, transformables uno en otro. Causas y efectos parecen entrelazarse en una unión hasta entonces desconocida.

Escribió un trabajo científico sobre la modificación del metabolismo humano bajo la acción de altas temperaturas. De regreso a Alemania, Mayer envió, en julio de 1842, una exposición de su descubrimiento al físico berlinés Poggendorff (director de la revista Anales de Física).

El físico le ignoró y el manuscrito se encontrará decenios más tarde entre los papeles de Poggendorff después de su muerte. Este rechazo tuvo una ventaja: Mayer escribió una nueva memoria dando a su teoría una forma más exacta y concisa. La disertación fue acogida en la revista de dos insignes químicos: Liebig y Wöhler.


Mayer fue, simultáneamente a Joule, pero con independencia de él, el primero que comprobó la transformación de trabajo mecánico en calor y obtuvo en 1842 el valor de la caloría (aunque la cifró en 3,6).

En 1845 presentó la relación de Mayer consistente en la medida de la diferencia de las capacidades caloríficas molares de los gases.

En 1846 presenta una memoria dedicada a los efectos eléctricos y biológicos: El movimiento orgánico, en el que enuncia el Principio de Conservación de la Energía: Las formas de energía pasan por perpetuas metamorfosis, sólo su cantidad permanece constante a través de todos los cambios.


Las ideas de Mayer toparon con la indiferencia e incomprensión de parte de los físicos. Incluso cuando el Principio de la Energía comienza a llamar la atención en 1850 (tras las demostraciones de Helmholtz y Joule), la paternidad de su idea le fue negada.

En el verano de 1850 intentó quitarse la vida tras el desprecio de sus conciudadanos, que le consideraban un oportunista que se atribuía los méritos de otros.

Su familia le encerró en un manicomio por dos años, aunque en sus últimos años de vida pudo experimentar la satisfacción del reconocimiento.

El físico inglés John Tyndall, sucesor de Faraday en la Real Institución de Londres, defiende los derechos de este gran hombre. También el filósofo Dühring, en una serie de conferencias en Berlín un año antes de la muerte del físico, elogió al hombre al que llamó el "Galileo de Alemania".



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