Los astrónomos, en sus investigaciones sobre el origen de la Luna, pretenden resolver el dilema de la relación "familiar" entre la Tierra y nuestro satélite.
- Hermana. Según esta hipótesis, la Luna y la Tierra se formaron a la vez, en la misma zona orbital y siguiendo un proceso paralelo a nuestro planeta. Aunque la explicación es plausible, el problema es que la Luna es cien millones de años menor que la Tierra y que al estar en la misma zona del sistema solar debería haberse formado a partir de los mismos planetesimales. Esto no es cierto, ya que la densidad de la Tierra es de 5,5 g/c.c y la de la Luna es 3,3 g/c.c.
- Adoptada. En esta hipótesis Luna y Tierra se habrían formado simultáneamente, pero en distinto lugar. La Luna se formó más lejos del Sol (lo cual justificaría su menor densidad) y el campo gravitatorio terrestre la capturó, convirtiéndola en nuestro satélite.
- Hija. Esta última hipótesis es la más aceptada. En los primeros momentos de la existencia de la Tierra, un planeta de tipo terrestre y tamaño similar a Marte colisionó con nuestro planeta. Al impactar el astro, parte de él y de los materiales de la zona del impacto generaron una nube de residuos que permanecieron orbitando alrededor de la Tierra. La unión de estos materiales originó la Luna. La diferencia de densidades se explica por los materiales terrestres que formaron la Luna: serían solo los de la corteza y el manto, pero no los del núcleo.
Las colisiones violentas, por tanto, han desempeñado un importante papel en la historia del sistema solar. Una de ellas pudo haber provocado la formación de la Luna.
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