Adiós, Mercurio, Adiós...


El mercurio es un elemento químico con 80 electrones, metálico, plateado, inodoro y líquido a temperatura ambiente.

Se llamaba azogue en la antigüedad. Su símbolo químico Hg procede del griego hydrargyros (hydros=agua y argyros=plata).

Forma aleaciones con otros metales como el oro o la plata  llamadas amalgamas  (pero no así con el hierro). Es insoluble en agua y soluble en ácido nítrico. Si la temperatura se eleva por encima de los 40ºC produce vapores tóxicos y corrosivos.

El mercurio se extrae del cinabrio por calentamiento del mineral triturado en presencia de oxígeno:

HgS  +  O2   ===>  Hg   +   SO2

En España se encuentran las famosas y legendarias Minas de Almadén en Ciudad Real, las mayores reservas mineras del mundo.


Al tener una densidad tan elevada, 13,53 g/mL, una columna de 76 cm de altura llena del metal líquido da lugar a una presión de 1 atmósfera, mientras que para obtener la misma presión con agua necesitaríamos una altura de 10 m.

Su uso más antiguo fue en alquimia. Por superstición e ignorancia se utilizó como medicina, e incluso se ingería. Realmente es un potente veneno, por lo que deterioraba la salud en lugar de mejorarla.

Es tóxico por inhalación, ingestión y contacto, además de ser irritante para la piel, ojos y vías respiratorias.

Por eso el termómetro de vidrio y mercurio de toda la vida ha desaparecido de nuestras vidas. (Bueno, ya no se comercializa, pues la UE prohibió su uso desde el 3 de abril de 2009, aunque algunos aún tenemos algún ejemplar en casa).

El mercurio es altamente contaminante y tóxico. Incluso en cantidades ínfimas puede matarnos y perjudica enormemente a nuestro organismo.


El Sistema Nervioso Central es muy sensible a todas las formas de mercurio. El metilmercurio y los vapores de mercurio metal son muy nocivos. La exposición a altos niveles de mercurio produce daños irreparables en el cerebro y riñones. Causa discapacidades de aprendizaje y retrasos en el desarrollo de los niños.

Sin que nos diéramos cuenta se ha infiltrado silenciosamente en nuestro sistema, acumulándose de una manera peligrosa. Solo en la U.E utilizamos cerca de 33 Tn de mercurio cada año en aparatos de medición de temperatura , fabricación de enchufes, interruptores, lámparas fluorescentes, catalizadores...

De ellas más de 30 Tn acaban en los basureros, y de los basureros a los ríos, mares y animales hay un pequeño paso.

Los pescados y mariscos tienen una tendencia natural a acumular mercurio en su organismo (normalmente en forma de metilmercurio).

El tiburón, pez espada, caballa y atún blanco son las especies que contienen mayor concentración de mercurio.

Como el mercurio y el metilmercurio son liposolubles se acumulan normalmente en vísceras y también en tejido muscular. Los peces eliminan o depuran peor el metilmercurio, por lo que con el tiempo aumenta la concentración de mercurio en los tejidos.



Así, los peces que ocupan una posición más alta en la cadena alimentaria acumulan una carga de mercurio incluso 10 veces mayor que la de las especies que les sirven de alimento. El proceso se denomina Biomagnificación.

El envenenamiento por mercurio se llama hidrargiria o mercurialismo. El vertido en ríos y aguas costeras de mercurio, causó en Japón la enfermedad de Minamota.


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