El Caucho Y La Vulcanización


El árbol del caucho pertenece a la especie Hevea brasilensis. Es un ejemplar que alcanza alturas de 20 a 30 m y que es originario de la cuenca del río Amazonas, donde existía en abundancia y con exclusividad (desde 1879 hasta 1912 generó en Sudamérica la llamada "Fiebre del caucho".

Su  jugo o látex es blanco-amarillento y aparece hasta los 25 años de edad del árbol. 

De él se obtiene el caucho tras "sangrar" el tronco mediante incisiones angulares en forma de V.

El látex es una sustancia prácticamente neutra (pH=7-7,2), pero al exponerse al aire de 12 a 24 horas se coagula de forma espontánea, su pH disminuye a 5 (se vuelve más ácido) y se forma el polímero del caucho.

Este caucho natural es susceptible al ataque del aire y a la acción de la temperatura, que lo vuelve pegajoso.

Por medio de un proceso industrial llamado VULCANIZACIÓN (en honor al dios Vulcano), el caucho recibe un tratamiento en el que se eliminan las impurezas y adquiere unas excelentes propiedades mecánicas y plásticas.

Charles Goodyear se atribuye su descubrimiento. Contaba que el proceso fue descubierto en 1839, por accidente, al volcar un recipiente que contenía caucho y azufre sobre una estufa y provocar el endurecimiento de la mezcla y su impermeabilización.

La vulcanización consiste, pues, en el calentamiento del caucho natural en presencia de azufre, con el objeto de hacerlo más duro y resistente.

El isopreno, en presencia de azufre, se polimeriza dando lugar a la formación de cadenas de "poliisopreno" entrecruzadas, unidas por puentes de varios átomos de azufre (S).



El proceso de vulcanización es irreversible y hace que el caucho sea un material termoestable, es decir, que no se funde con el calor.



Los usos del caucho son: neumáticos y llantas (John Dunlop inventó los neumáticos en 1887), artículos impermeables y aislantes, prendas de vestir...




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