Un admirador que acompañaba a un Beethoven agonizante en su cama de Viena tuvo un sencillo gesto, pero de vital importancia para desentrañar las circunstancias de su muerte.
Le cortó un mechón de su famosa "melena" y lo guardó como recuerdo. Doscientos años después ha proporcionado una valiosa información sobre las desconocidas causas de la muerte del genial compositor.
El músico se encontraba componiendo la iba a ser su décima sinfonía, que resultó inacabada debido a su prematura muerte, el 27 de Marzo de 1827, a los 56 años.
A lo largo de su vida Beethoven visitó a gran cantidad de médicos para curar sus dolencias físicas: malas digestiones, dolor abdominal crónico, cirrosis hepática, pancreatitis crónica, irritabilidad, depresión...
Desde su fallecimiento hubo muchas especulaciones y estudios sobre las causas de su muerte.
Se realizó un minucioso análisis del mechón de pelo y de un fragmento de su cráneo en un acelerador de electrones circular que emite un haz de rayos X, que inciden sobre la muestra y permiten determinar su composición.
Los análisis indicaron la existencia de altas concentraciones de plomo (hasta 100 veces mayores que las cantidades "normales"), lo que apuntaba a que podía haber padecido saturnismo. Se cree que ingería agua de un arroyo campestre que estaba contaminado con plomo, pensando que era curativa.
Los problemas estomacales y el cambio de personalidad concuerdan con el diagnóstico de envenenamiento por plomo. La presencia de plomo en el cráneo confirmó la exposición prolongada al elemento durante muchos años.
Aunque existen algunos casos de sordera provocados por el saturnismo, no hay evidencias que sustenten que esta fuera la causa de la que padeció el maestro.
Algunas fuentes indican que en sus estertores de moribundo exclamó: "Aplaudid amigos, comedia finita est".
Dos días después de su muerte se celebró el funeral, al que acudieron más de 20.000 personas, entre las que se encontraba Schubert, gran admirador suyo.
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